Toby y sus amigos.
Hace muchos, muchos años, vivía un precioso perro llamado Toby que vivía una vida tranquila y feliz con su familia. Un buen día, cuando el animal esperaba impaciente su ración de comida habitual, se dio cuenta de que esta era mucho más pequeña. Cada día que pasaba, su plato iba vaciando cada vez más y las cosas parecían estar bastante lejos de mejorar.Esta terrible situación, llevo a Toby a buscar comida fuera de casa. Una tarea que no resultaba nada sencilla para un perro como él, acostumbrado a que sus amos le alimentaran. Pasadas unas semanas, en las que su aspecto era cada vez más triste, la señora Watterson, pensó que se trataba de un perro abandonado y comenzó a dejarle una bolsa con comida, delante de su casa.
Cada mañana, al salir de casa, Emma Watterson, comprobaba si su peludo amigo se había comido lo que ella le dejaba la noche anterior. Tras unos cuantos días, Emma se quedó bastante sorprendida, al ver que el animal, no solo no dejaba ningún resto de comida, sino que además se llevaba las bolsas que ella le ponía. Intrigada por este comportamiento, decidió esperar su llegada y seguirle, para descubrir lo que estaba pasando.
Pasados unos minutos de persecución, en los que Toby parecía saber muy bien a donde dirigirse, la señora Watterson descubrió por fin su gran secreto: el perro no se estaba llevando las bolsas de comida para disfrutar de su banquete en solitario, lo hacía porque quería compartir esa comida, con el resto de los animales de su familia.
La nuez de oro.
Un día, mientras la pequeña María daba un agradable paseo por el bosque, descubrió una preciosa nuez de oro, a un lado del camino.
Justo cuando se disponía a guardarla en su bolsillo, alguien dijo a su espalda:
-Siento comunicarte, que esa nuez que portas en tu mano es mía.
Al escuchar estas palabras, María se dio la vuelta para conocer, al que decía ser el dueño de la nuez. Cuando lo hizo, se topó con un personaje bastante extraño, de un tamaño bastante más pequeño que el suyo, que iba vestido con unos llamativos ropajes de color rojo y un gorro con forma apuntada.
-Siento haberte asustado pequeña humana. Soy el Duendecillo de la Floresta y en cuanto me devuelvas lo que me pertenece, dejaré de molestarte.
-Si es tuya, segura que sabrás cuantos son los pliegues de su corteza. Solo te la devolveré si aciertas el número exacto, si fallas aunque sea por uno solo, me la quedaré para mí y la usaré para comprarles ropas a los niños pobres del pueblo.
-No hay problema, la nuez tiene mil ciento un pliegues.
Cuando la niña vio que estaba en lo cierto, le devolvió con mucha pena la nuez.
-Puedes quedártela-dijo el duendecillo-ya que tus propósitos con ella son nobles. De ahora en adelante, pídele a la nuez lo que desees y ella te lo concederá.
Sin saber cómo, la pequeña nuez de oro, se encargaba de darles ropas y comida a todo el que lo necesitaba. Desde entonces, la niña fue conocida en todos los contornos como María la Nuez de Oro.
El flautista de Hamelin.Hace muchos años, en una rica ciudad llamada Hamelín, ocurrió uno de los sucesos más extraños que se recuerdan en todo el país: una mañana, cuando todo el mundo se encontraba inmerso en sus preocupaciones, comenzaron a llegar desde un lugar desconocido, miles de ratas y ratones, que invadieron las calles de la ciudad, comiéndose todos los alimentos que encontraban a su paso.
Todas las medidas que se tomaron para eliminar esta dañina amenaza, se mostraron totalmente ineficaces. Cansados de tener que convivir con semejante plaga, acordaron dar una recompensa a la persona que fuera capaz de suprimir a tal cantidad de roedores.
Pasados unos días, entró en el pueblo un elegante flautista, que prometió terminar con la plaga a cambio de la recompensa. Fue así, como comenzó a entonar una bonita melodía, con la que fue trasladándose por todas las calles del pueblo, atrayendo tras de sí a los miles de roedores que infectaban el pueblo.
A tal punto llegaba el encanto de su canción, que los ratones se introdujeron sin darse cuenta, en un caudaloso río, cuya fuerte corriente los hizo desaparecer para siempre. Al día siguiente, cuando todo había vuelto a la normalidad, el flautista volvió al pueblo para cobrar la recompensa prometida. Para su sorpresa, los desagradecidos habitantes de Hamelín, no solo se negaron a pagarle, sino que lo echaron del lugar con muy malos modales.
Enfurecido por el mal trato al que había sido sometido, decidió vengarse de la comunidad, arrebatandole, al igual que hizo con los roedores, a su bien más preciado: los niños, a los que se llevó tan lejos, que nunca más pudieron encontrarlos.
Es por eso que en Hamelín, nunca más hubo niños, ni ratones.
La bella durmiente.
Tras muchos años de espera, los reyes, por fin, vieron colmada su felicidad, con el nacimiento de su primera hija. A su bautizo invitaron a casi todos los habitantes del reino y criaturas mágicas que por allí vivían, las cuales colmaron de todo tipo de regalos a la recién nacida.
Cuando le llegó el turno de entregar los dones, por parte de las hadas, todos se dieron cuenta de que faltaba la más fea y malvada del bosque, a la que nadie había invitado. Sin embargo, el hada malvada, hizo acto de presencia, lanzando a la niña la siguiente maldición:
-Cuando llegue a la edad de 15 años, morirá a causa de un pinchazo con una rueca.
Por suerte, la última de las hadas, pudo cambiar su destino y transformar el pinchazo mortal, en un sueño de 100 años.
Aunque su padre, puso todo el empeño del mundo en retirar y quemar todas las ruecas de palacio, una sirvienta, conservaba una en sus escondidos aposentos. Cuando llegó a la edad indicada, la niña, encontró la habitación de la mujer y en un descuido, se pinchó un dedo, tal y como dijo el hada.
Así permaneció durante 100 años, hasta que un valeroso príncipe, encontró el palacio y vio durmiendo en su cama, enamorándose al instante de ella y dándole el beso, que rompió el hechizo.
El gallo,el pato y las sirenas
Hace mucho tiempo, un pato y un gallo, que eran grandes amigos, discutían a menudo sobre la misma cuestión: la existencia de las sirenas.
Hartos de discutir, decidieron ir hasta el mar y comprobar con sus propios ojos, cual de los 2 tenía razón. Con esa intención se adentraron en el fondo marino, viendo a su paso a gran cantidad de peces de colores, próximos a la superficie. Conforme iban bajando, encontraban peces de mayor tamaño y de aspecto más terrorífico, hasta que llegaron a un lugar en el que todo estaba tan oscuro, que no podían ver ni su propia mano.
Tanto les asustaba esta situación, que salieron lo más deprisa que pudieron del agua, prometiendo el gallo, que nunca más volvería a intentar buscar a las sirenas. El pato, que era mucho más valiente, consiguió hacerle romper su promesa y cargados con una gran linterna, volvieron a bajar a las profundidades submarinas.
Cuando llegaron al lugar que tanto los asustaba, iluminaron la oscuridad con su linterna y se encontraron con una gran familia de sirenas, que estaban confundidas por su comportamiento anterior, ya que ellas solo querían ser sus amigas.Así fue como el pato y el gallo, se hicieron amigos de las sirenas y nunca volvieron a discutir.
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